14 julio 2005

¿Contra quién peleas?

La guerra, todos la detestamos, bueno, casi todos. ¿Pero no nos hacemos la guerra cuando nos enojamos con nosotros mismos?
Duele sentirse víctima, duele que otros tengan el poder de hacernos doler.
A veces desearíamos ser tortugitas, de duro caparazón. ¿Desearíamos, vos o yo?
Hablemos de mi...
Aunque hablando de mi también hable de tí.
Despertarse y sentirse ahogado, atado, hundido.
Mirar por la ventana de la vida y ver la nada, el miedo.
Caminar distraído, sin rumbo, o buscando un rumbo ajeno.
Mirar a los otros para encontrar un pedazo de lo que uno fue.
Mirar a los otros esperando encontrar el camino para ser.
Esos ojos nos persiguen, nos vigilan, nos complican.
Nos dicen cosas, pero ¿qué?
Colocarse frente a un espejo no es lo mismo que pararse frente a los otros.
Pero cuando miro mi espejo ¿me veo? ¿qué veo?
lo que realmente soy???
lo que creo que soy????
lo que pienso que debería ser?????
lo que otros dicen que realmente soy?????
pero... quién soy? quién mira?

Lo que hacemos

El mundo, mi mundo, tú mundo. Mundos, muchos, pocos, ninguno. ¿Cuál es el que importa? ¿Cuál es el que tú elegirás?
Cuando elegimos el nuestro a veces asusta. Elegir es decidir. Decidir es hacerse responsable... ¿De qué? Entonces, a quien echarle la culpa cuando algo sale mal.
Nos encantaría que la noche sea luna, que la vida sea novela, que las heridas sean ajenas.
Huellas, todos dejamos huellas, en otros y en nosotros. ¡Que peso! Pero si nosotros somos buenos... pero igual dejamos huella.

Tan sólo palabras

Nunca es demasiado tarde. Nunca es nunca. Nunca es siempre.
Todo en la vida es relativo, salvo el hecho de que estamos vivos.
A veces nos sentimos dormidos, caídos, casi muertos. Esperamos un llamado, una caricia, una sonrisa de algodón. Ternura, que palabra en extinción. Palabras, esa es una de las cosas que más buscamos. Palabras que besen, que acaricien, que llenen eso corazón que a veces se rompe.
Pero las palabras también son crueles, hieren, lastiman, roban ilusiones que ya estaban perdidas, aunque fuesen mías. Y sin embargo todo vuelve a empezar, una y otra vez. Como cuando éramos niños, volvemos a escribir en nuestra alma "había una vez..." esperando llegar al final feliz que acostumbra a no aparecer. Paradójico, el único final es dejar de existir y si no existimos ya no seremos felices.
La felicidad, otra palabra que significa infinidad de cosas para cada uno que la piensa, la busca, la siente, la anhela, la necesita. Pero pobre palabra, la cargamos de compromisos, promesas, proyectos, deudas y deberes. Y ella no se puede defender, no le puede avisar a quienes la usan que ella no se deja usar, sólo se deja sentir.
Te agradezco palabra mordisco, a vos que iluminaste mi alma y me inspiraste a volver a escribir.
Todos tienen una musa, o la buscan o la desean, yo tengo a mordisco.

Hoy empieza...

Hoy empieza la creación, de una nueva vida, de una nueva historia, de un nuevo sueño.
Hoy empieza la construcción del primer camino que llevará muchos más.